Fotografía de cabecera: Gat@ fan de Gatolia. Gracias por compartir.
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Agradecimiento a todos los gatit@s fans de Gatolia por la participación en el presente artículo en solidaridad con las mascotas con discapacidades físicas.
«Tengo tres patas ¿en qué me afecta?, ¡en NADA! soy capaz de saltar, jugar, correr, perseguir a mi humano, me alimento con regularidad, disfruto de dormir, comparto con el resto de las mascotas y, sobre todo,… soy feliz».
Es lo que diría un gato o cualquier otra mascota que haya perdido una pata o nacido sin ella.



Los humanos tenemos la tendencia de humanizar a los animales, en parte para intentar entenderlos y lograr socializar con las especies que nos agradan. Olvidamos que en realidad ellos son diferentes a nosotros en muchos aspectos y es que a nuestras mascotas no les preocupan las apariencias; no les afecta a su autoestima tener una discapacidad siempre y cuando se sientan bien de salud. Ellos no se comparan con los demás, se sienten bien en su propia piel y no pierden los deseos de vivir ante una dificultad que para nosotros los humanos supondría el peor de los escenarios, al punto de derrumbar nuestro mundo.
En estos momentos son muchos los gatos y mascotas en general que están lidiando con la amputación de alguno de sus miembros u órganos (cola, pata, ojo, orejas, etc.). Es muy común la pérdida de las patas producto de algún lamentable accidente, a consecuencia de lesiones. Existen casos en que la ausencia de alguno de sus miembros se debe a una malformación durante la gestación, llegando a este mundo con alguna diferencia notable en comparación con sus hermanos. Cualquiera de estas situaciones supone una diferencia como es lógica en el comportamiento de un animal, tanto en su locomoción o al relacionarse con su entorno, pero ello no significa que su invalidez le pueda impedir a futuro llegar a ser una mascota feliz y amada.



En algunos países desarrollados existen programas de terapias para personas que se encuentran en proceso de recuperación tras haber sufrido alguna invalidez (producto de accidentes, operaciones, traumas de guerra, etc.). Los protagonistas de estas terapias no son para nada doctores con batas blancas, sino mascotas con la ausencia de alguno de sus miembros. Sus dueños o refugios que los albergan, los integran en diferentes sesiones de visitas a los pacientes en tratamiento. Los resultados de estas terapias llegan a ser inspiradoras, siendo notable el cambio de ánimo de las personas, el incremento de su autoestima y el creciente deseo por esforzarse. Toda la magia ocurre tras la identificación del paciente con dichas mascotas, que junto a su nobleza y desprendimiento irradian confianza, superación y valor aun tras haber pasado por situaciones similares a la de los humanos que acompañan.
Aunque pueden existir diferentes situaciones de invalidez (cada una especial e inspiradora), en esta ocasión queremos tratar dos casos reales y más comunes de lo que se creen, la ausencia de una pata desde el nacimiento y por accidente.
Ausencia de una pata desde el nacimiento.
Un cachorro que nace sin una de sus patas, pero cuyo estado de salud es satisfactorio y en el resto de su desarrollo se comporta como cualquiera de sus hermanos, será una mascota que en la medida que crezca será en efecto capaz de vivir sin su extremidad. Durante la primera etapa de vida, es posible que sus movimientos sean más erráticos que los del resto de la camada y sus intentos para sostener el cuerpo al trasladarse requerirá de un mayor esfuerzo. Con el tiempo en la medida que sus músculos se fortalecen y su cerebro desarrolla mecanismos para mantener su postura equilibrada, el gatito con seguridad sorprenderá a los dueños al demostrar una mayor destreza e independencia. Siendo el resto de su organismo saludable, un gato con tres patas será capaz de hacer casi al 90% lo mismo que haría un gato con cuatro patas, incluso podrá atrapar objetos y dar saltos que parecerán increíbles en su estado.
Cada vez existen más tratamientos veterinarios y soluciones terapéuticas que contribuyen a un mejoramiento de la calidad de vida de las mascotas que han perdido alguna de sus extremidades, como por ejemplo las prótesis y los carritos con ruedas. Estas alternativas pueden requerir de un proceso paciente de adaptación por parte de sus dueños y de las mascotas, pero una vez que logran controlar sus nuevas «extremidades» comienzan a vivir satisfactoriamente y con mayor independencia en su nueva situación.
Amputación de una pata por accidente o enfermedad.
Puede ocurrir que a una mascota cachorra o adulta, tras sufrir un accidente o tras un diagnóstico médico, le sea amputada una de sus patas. No es menos cierto que puede significar un impacto fuerte para sus dueños, en ocasiones más que para la mascota en cuestión, ya que nosotros los humanos podemos sentir angustia o culpa por lo que se avecina, La realidad es que tras una operación exitosa y una vez que se encuentre fuera de peligro tras la cirugía, en poco tiempo será posible volver a la normalidad en el hogar, tras una asombrosa recuperación.
¿Que el gato se ve diferente? … sí es verdad, pero resulta increíble lo rápido que pueden ser capaces de adaptarse su nueva situación. Se esforzarán al máximo por adquirir nuevamente su destreza y en menos tiempo del que podamos imaginar estará viviendo tan feliz como de costumbre, sin complejos ni preocupaciones. En definitiva, en ese como en tantos aspectos, nuestros compañeros peludos nos dan lecciones de vida que nos superan y que no deberíamos desestimar.



Los dos pares de patas a los gatos le permiten, caminar, correr y saltar, pero además por separadas cumplen funciones específicas.
El par de patas delanteras, ofrecen al gato su principal capacidad para cazar, ya que son estas la que utilizan para atrapar a su presa y retenerla hasta darle muerte. Son también herramientas útiles durante el aseo principalmente de la zona de la cabeza, son las primeras en agarrarse cuando se aferran al trepar. En general son sus manitas hábiles para todo tipo de juego.
El par de patas traseras, poseen otras características específicas. Son más largas y son el principal resorte de los gatos al momento de saltar o emprender la carrera. En las patas traseras recae la mayor parte del tiempo todo el peso de su cuerpo. Son también útiles para rascarse, defenderse en las peleas protegiendo su panza al separar al contrincante.



Ciertamente las cuatro patas en un gato son importantes pero la ausencia de una y en algunos casos hasta de dos, no hacen al felino menos feliz, sencillamente ellos aprenden sin descanso día tras día a desarrollarse tanto como su cuerpo se los permite. Para un gato que carezca de alguna(s) de sus extremidades, contar con un humano que le cuide y ayude, le hará el proceso, mucho más sencillo para vencer los obstáculos y abrirse al mundo que con gusto disfrutarán.
Nos resulta tremendamente triste enterarnos de nuevos casos en los que una mascota ha sido ¨dormida¨ por el único hecho de carecer de una de sus patas, creemos que no hay razón para tanta indolencia. Cómo no detenerse a considerar que es una vida la que se apaga y que aún quiere seguir en este mundo. Si un dueño de un gato en estas condiciones, no se siente capaz de enfrentar la situación ¿por qué no intentar primero ubicarle en otro hogar con una familia dispuesta a dar una oportunidad a la criatura discapacitada?
Por más que intentemos encontrarle explicación, no existe argumento alguno para privar de la vida a un ser que se aferra por continuar y demostrar su valor, capaz de entregar tanto amor y más, como cualquier otra mascota con sus cuatro patas.
Duele saber que este fenómeno se repite una y otra vez. Duele aun más cuando emocionados vemos otros tantos felices casos en los que los humanos han dado cabida en su vida a un gato (u otra mascota) que carece de alguno de sus miembros. ¿Acaso no demuestran al mundo que sí es posible?… y lo que es mejor, ello no exige esfuerzos extraordinarios.



Una vez escuché una frase que no se borra de mi mente «Si no le pueden salvar la pata, pónganlo a dormir, no estoy dispuesto a tener un perro con tres patas». Solo una respuesta encontramos a tal expresión, falta de corazón y fidelidad por un amigo,… carencia total de respeto por la vida. Gracias a Dios en éste caso en particular, una de las técnicas veterinarias que atendían a la mascota, al instante se ofreció para adoptarlo sabiéndolo con tres patas y son estos actos de amor incondicional los que nos llenan de esperanzas.
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Enseñemos a nuestra sociedad, a nuestros niños a respetar la vida con todo el valor que ésta encierra. No es posible que sigamos viviendo en un mundo en el que las mascotas continúen siendo propiedades, que en ocasiones llegan a tener para algunos dueños menos valor que un objeto. Es ahora y cada uno de nuestros días el momento de cambiar esa realidad, aportando en cada oportunidad un granito de arena con el ejemplo y ganando las batallas legales necesarias para la creación de leyes efectivas que protejan dignamente a las mascotas.
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Mientras algunos aún ven en la invalidez de una mascota una carencia inaceptable, aquí nosotros, como muchos de ustedes nuestros queridos lectores, en realidad vemos mucho más y aquí seguimos esperando a ser bendecidos algún día, por el amor infinito que nos puede regalar una mascota con tres patas… o menos.



Testimonio de una lectora de Gatolia: Lola SH
Mi gata se llama Isis, tiene tres patas y medio rabo.
Me ha demostrado que no es ninguna incapacidad para ella, corre, trepa, juega y es la más cariñosa con todo el mundo de los cuatro que tengo. Siempre está dándome mimos y duerme todas las noches sobre mi brazo derecho.



Entre nuestros gatitos fans también nos conmuve la historia de Zeús… un gatito muy especial, un guerrero que hizo frente a la pérdida de una de sus patas como consecuencia del ataque de un abusador desalmado. Aquí les compartimos el testimonio que nos deja su mamá humana quien lo ha dado todo porque vuelva a ronronear feliz.




















